Juan 19: Jesús rechazado y crucificado

Léase por favor Juan 19:1-17

Recordamos las palabras de Nataniel desde el principio de nuestro evangelio de Juan; Respondió Natanael y le dijo: Rabí, tú eres el Hijo de Dios; tú eres el Rey de Israel. Así la fe de Natanael respondía a la prueba de la divinidad del Señor Jesús al escuchar que le conocía en su lugar escondido de bajo de la higuera. La incredulidad de los lideres de Israel se manifestaba pues le acusaron de estas dos cosas; de haber dicho que era el Hijo de Dios y que se hacía rey de Israel. Verso 7 Nosotros tenemos una ley, y según nuestra ley debe morir, porque se hizo a sí mismo Hijo de Dios y verso 12 Si a éste sueltas, no eres amigo de César; todo el que se hace rey, a César se opone. El remanente de Israel, en un día aun futuro, le van a confesar ambos Rey de Israel e Hijo de Dios mientras lamentan el rechazo y crucifixión de Jesús por su propia nación. Y derramaré sobre la casa de David, y sobre los moradores de Jerusalén, espíritu de gracia y de oración; y mirarán a mí, a quien traspasaron, y llorarán como se llora por hijo unigénito, afligiéndose por él como quien se aflige por el primogénito. Zacarias 12:10

Pilato, aunque ya había declarado la inocencia de Jesús anteriormente Yo no hallo en él ningún delito le azotó. ¡Juez injusto y culpable! El Salmo 129, verso 3, lo pone en palabras proféticas y profundas Sobre mis espaldas araron los aradores; hicieron largos surcos. El látigo romano era un instrumento de tortura demasiado cruel y hay que recordar que este sufrimiento del Señor Jesús, cumpliendo la profecía como otra prueba de la realidad de su persona, no era por la propiciación de nuestros pecados. Eso pasó en las tres horas de tinieblas que vienen después. De todos modos, mientras recordamos hoy a nuestro Señor en su muerte, a menudo forma una parte de nuestra meditación sobre sus sufrimientos por nosotros y así debe ser. También reflejamos a menudo acerca de la burla de los soldados romanos. Y los soldados entretejieron una corona de espinas, y la pusieron sobre su cabeza, y le vistieron con un manto de púrpura. Me gusta mucho el himno que cantábamos en ingles el domingo pasado que incluye esta línea “Tu santa cabeza una vez atada con espinas, una corona de gloria ahora adorna.” Acaso es porque, como seres humanos conocemos algo acerca del dolor físico, a menudo meditamos mas sobre esta parte de los sufrimientos de Cristo en la cruz.

Acaso Pilato, conociendo la inocencia de Jesús pero deseando pacificar a estos judíos difíciles sobre los cuales Cesar le había puesto como gobernador, pensaba que al poner a Jesús en ridículo y hacerle sufrir tanto e injustamente, eso iba a satisfacer la maldad y envidia de estos lideres. Pero no, ellos demandaron su muerte. Cuando le vieron los principales sacerdotes y los alguaciles, dieron voces, diciendo: ¡Crucifícale! ¡Crucifícale! Pilato intentaba soltarse de matar a un inocente, entregándole a las manos de ellos por ser muerte. Los judíos ya habían dicho que no podían según la ley de los romanos pero ahora dicen algo que atemoriza al supersticioso gobernador. Se hizo a sí mismo Hijo de Dios. Jesús ya le había dicho a Pilato que era del cielo y así la pregunta que le hizo no era sincera; ¿De dónde eres tú? En el capítulo 1 vimos a dos (uno era Andrés, hermano de Pedro) que preguntaron a Jesús Rabí (que traducido es, Maestro), ¿dónde moras? A estos sinceros Jesús les mostraba donde moraba y quedaron con él aquel día. A Pilato Jesús no contestaba nada, algo que provocaba un enfado de parte de Pilato, declarando su poder sobre Jesús. Otra vez, solo por el evangelio de Juan, vemos la dignidad del Hijo de Dios en su respuesta; Ninguna autoridad tendrías contra mí, si no te fuese dada de arriba; por tanto, el que a ti me ha entregado, mayor pecado tiene. Los judíos tenían mayor pecado, pero Pilato también tenía pecado al castigar y condenar a un inocente, sea como fuera sus esfuerzos para echar la culpa en otros.

En el capítulo anterior, los intentos de Pilato soltar a Jesús resultaron en el dicho de los judíos No a éste, sino a Barrabás. Ahora, a su vergüenza tan grande después de otro intento de Pilato soltarle a Jesús, responden No tenemos más rey que César. Al rechazar al bondadoso, tierno, y amante Jesús, ellos declaran su lealtad al cruel y despótico rey romano. Vemos los resultados en las noticias hasta el día de hoy mientras ellos tratan de despojarse de los palestinos que quieren robarlos de su tierra y resistir a los lideres en las Naciones Unidas que toman el lado de los mismos enemigos de Israel.

Así que entonces lo entregó a ellos para que fuese crucificado. Tomaron, pues, a Jesús, y le llevaron. Pilato así selló la culpabilidad de los romanos también en la crucifixión de Jesús. Según él, tengo autoridad para soltarte pero no lo hizo. Después vemos lo que no es obvio en los otros evangelios Y él, cargando su cruz, salió al lugar llamado de la Calavera, y en hebreo, Gólgota. En los otros evangelios leemos del substituto Simón, obligado de cargar su cruz. Y obligaron a uno que pasaba, Simón de Cirene, padre de Alejandro y de Rufo, que venía del campo, a que le llevase la cruz. Marcos 15:21 Recién un hermano sugirió algo que yo no había oído antes, que el sentido en el griego es que Simón fue puesto como listo para hacerlo pero quizás nunca lo hizo. Sea como sea, es consistente con el evangelio que muestra la dignidad de Jesús, Hijo de Dios, yendo a la cruz en todo el poder de su persona, llevando su cruz. ¡O Señor, que haya en nuestros corazones hoy día el deseo de confesarte Hijo de Dios eterno, y Rey de Reyes, Señor de Señores!

Felipe Fournier
31 diciembre de 2023