Léase por favor Juan 16:1-11
Al terminar la semana pasada, notamos como el odio del mundo iba a ser la porción de los discípulos, junto con la persecución. Nuestro capítulo 16 continua la advertencia del Señor Jesús para con sus discípulos. Quiero añadir algo referente al verso 25 del capítulo 15, sin querer dar la idea que soy experto en los idiomas de la Biblia. No lo soy, pero confiando en otros que explican el significado de las palabras en griego, arameo, y hebreo, hago referencia a esta palabra sin causa.
Pero esto es para que se cumpla la palabra que está escrita en su ley: Sin causa me aborrecieron.
La cita viene de Salmo 69:4 Se han aumentado más que los cabellos de mi cabeza los que me aborrecen sin causa.
(El Salmo fue escrito en hebreo pero citado en el nuevo testamento, es palabra en griego.) Por leer el ministerio de otros, aprendí que se encuentra la misma palabra en Romanos 3:23-24; por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios, siendo justificados gratuitamente por su gracia, mediante la redención que es en Cristo Jesús…
La palabra gratuitamente
es la misma palabra que tenemos en Juan 15:25, sin causa.
Nosotros lo odiamos a Dios y a Jesús sin causa; Dios nos ha justificado por fe en Jesús, sin causa.
El odio del maestro tierno, bondadoso, y bueno no tenía el porqué; simplemente salía del corazón malo y motivado por Satanás. El amor mostrado en la justificación tampoco tenía causa; salía del corazón bueno y amante del Dios nuestro.
El cumplimiento de la profecía del Señor Jesús a los discípulos se ve en los Hechos en la conducta de Saulo de Tarso. Os expulsarán de las sinagogas; y aun viene la hora cuando cualquiera que os mate, pensará que rinde servicio a Dios.
Después Pablo, el mismo Saulo, confiesa tal en su confesión ante Agripa en Hechos 26. Yo ciertamente había creído mi deber hacer muchas cosas contra el nombre de Jesús de Nazaret; lo cual también hice en Jerusalén. Yo encerré en cárceles a muchos de los santos…
El Señor sigue diciendo a sus discípulos que su tristeza de saber que se iba, aunque entendible, no era necesario, pues la ventaja iba a sobrepasar la pérdida. El tiempo de la persona de Jesucristo presencialmente con ellos estaba por terminar, pero justo después de su salida del mundo al Padre, vendría la persona de la Deidad aquí llamado de nuevo el Consolador.
Os conviene que yo me vaya; porque si no me fuera, el Consolador no vendría a vosotros; mas si me fuere, os lo enviaré.
Por ellos, iba a ser Consolador, palabra que notamos recién que es la misma que abogado
, de 1 Juan 2:1 Si alguno hubiere pecado, abogado tenemos para con el Padre, a Jesucristo el justo.
Nos hace pensar como nos dice Romanos 8:31-32 ¿Qué, pues, diremos a esto? Si Dios es por nosotros, ¿quién contra nosotros? El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos dará también con él todas las cosas?
Contra nosotros hay el enemigo Satanás, y sus siervos en el mundo. Pero, ¿podemos cuestionar que Dios es por nosotros? El hombre perdido, trancado por sus pecados, temiendo a un Dios justo, se siente que Dios es contra él. El evangelio predica lo contrario; le ofrece perdón de sus pecados y libertad de ellos por medio de fe en Jesucristo y su obra redentora en la cruz. Este es la conclusión de Romanos 8, tan triunfante que el apóstol sale en palabras de alabanza en el capítulo 11 de Romanos. ¡Oh profundidad de las riquezas de la sabiduría y de la ciencia de Dios! ¡Cuán insondables son sus juicios, e inescrutables sus caminos!
Pero por el mundo, la venida del Espíritu Santo era algo solemne. Y cuando él venga, convencerá al mundo de pecado, de justicia y de juicio.
El evangelio es buenas nuevas de salvación eterna. Pero primero se tiene que admitir o confesar nuestra condición como seres humanos con la naturaleza pecaminosa. Este es la obra del Espíritu Santo en nosotros, dándonos vida nueva para reconocer nuestra condición. De otra forma, seguimos pensando que nuestras obras buenas balancean las obras malas, y así la necesidad de un Salvador como Jesús es por lo menos de poca importancia. Toda religión humana predica que hay algo de bueno en el ser humano; no de todo es perdido y sin beneficio cualquier delante de Dios. La obra del Espíritu Santo a los que así son es mostrar que así han desarrollado su destino final. De pecado, por cuanto no creen en mí.
De todos pecados, allí está el pecado mortal del ser humano; el no creer en Jesús.
De justicia, por cuanto voy al Padre.
Aquí no habla de la justificación del pecador como en Romanos 3. Es eso, que la justicia iba a ser públicamente establecida en cada esfera que ha sido tocado y lastimado por el pecado. La muerte de Cristo fue el acto supremo de la injusticia del mundo; su glorificación de Jesús fue el acto supremo de la justicia de Dios, y la garantía que finalmente la justicia prevalecerá en todas partes, según las palabras de Pablo en Hechos 17:31; Dios … ahora manda a todos los hombres en todo lugar, que se arrepientan; por cuanto ha establecido un día en el cual juzgará al mundo con justicia, por aquel varón a quien designó, dando fe a todos con haberle levantado de los muertos.
Continuamos la semana que viene, Dios mediante, reflexionando sobre la tercera consecuencia de la venida del Espíritu Santo al mundo; de juicio, por cuanto el príncipe de este mundo ha sido ya juzgado.
Felipe Fournier
5 noviembre de 2023