Juan 13, segunda parte: El traidor manifiesto, Dios glorificado

Léase por favor Juan 13:17-34

Si sabéis estas cosas, bienaventurados seréis si las hiciereis.

Había un hermano que ministraba en la obra y murió cuando yo tenía solo cinco años, así que yo nunca lo conocía. Pero tenia mucha influencia en la generación de mis padres y era conocido por sus “sermones de frases.” Uno de estos era “la obediencia y la felicidad andan juntos.” Creo que este versículo 17 de nuestro capítulo apoya este dicho. Tantas veces nosotros tenemos algo muy bien en la cabeza, que no llega a nuestros pies; sabemos la cosa, pero no la hacemos. Es interesante en 2 Corintios 5:11 leemos Conociendo, pues, el temor del Señor, persuadimos a los hombres… y en tres versos adelante leemos Porque el amor de Cristo nos constriñe… para que los que viven, ya no vivan para sí, sino para aquel que murió y resucitó por ellos. Puede ser que es el temor del juicio eterno que espanta al hombre para buscar el perdón de sus pecados y escapar el juicio, pero cuando hablamos de agradar al Señor en nuestras vidas, es su amor que nos constriñe, no el temor, pues el capítulo 14 que sigue nos dice Si me amáis, guardad mis mandamientos. 1 Juan 4:19 Nosotros le amamos a él, porque él nos amó primero.

Ahora vemos algo que para mi enfatiza la humanidad del Señor Jesús, aunque en nuestro evangelio hemos visto tantas veces la prueba que Jesús es el gran Yo Soy del antiguo testamento. Habiendo dicho Jesús esto, se conmovió en espíritu, y declaró y dijo: De cierto, de cierto os digo, que uno de vosotros me va a entregar. Se cita aquí en Salmo 41:9 Aun el hombre de mi paz, en quien yo confiaba, el que de mi pan comía, alzó contra mí el calcañar. Nos confunde, quizás, tratar de reconciliar estas dos cosas; ¿cómo pudiera ser Jesús el omnisciente Dios con conocimiento de antemano, y a la vez un ser humano con los sentimientos que nosotros conocemos, como la decepción de amigos? Pero así es; el Salmo 55 quizás revela aun más de la profundidad de sus sentimientos. Porque no me afrentó un enemigo; lo cual habría soportado; ni se alzó contra mí el que me aborrecía, porque me hubiera ocultado de él; sino tú, hombre, al parecer íntimo mío, mi guía, y mi familiar; que juntos comunicábamos dulcemente los secretos, y andábamos en amistad en la casa de Dios.

En nuestro evangelio vemos que no sabían por nada quien era el traidor. Entonces los discípulos se miraban unos a otros, dudando de quién hablaba. Pero en Mateo 26:22 leemos que después de mirar los unos a los otros, empezaron pues, cada decirse a sí mismo ¿puede ser yo? Y entristecidos en gran manera, comenzó cada uno de ellos a decirle: ¿Soy yo, Señor? Vemos la íntima comunión que Juan tenía con el Señor Jesús, algo que debería haber sido una advertencia a Pedro, que un poco después iba a declararse el más fiel de todos. Pero se siente obligado de hacer señas a Juan, quien estaba mas cerca al Señor, hacer la pregunta acerca de quien era que le iba a entregar. Aun después de verlo a Jesús darle el bocado a Judas, todavía no captaron la verdad. Pero ninguno de los que estaban a la mesa entendió por qué le dijo esto. Así cuando hace poco escuché que la mama de uno de mis amigos de mi juventud recién había aceptado el Señor como su salvador después de estar partiendo pan quizás por cincuenta años, no me debería haber sido una gran sorpresa, pero así fue. El engaño y disfrazo de Satanás era casi perfecto. Ninguno de los discípulos sospechaba que Judas fuera el traidor, y ni después que fue declarado era entendible. ¡Que tremendo el dicho que vemos solo aquí en el evangelio de Juan luego salió; y era ya de noche! Era noche eterno por Judas. ¡O, quiera Dios que ninguno de mis lectores estuviera en la misma condición de ser fraude!

Ya con Judas afuera, vemos al Señor dispuesto a compartir con los verdaderos creyentes en él una gran verdad acerca de la gloria de Dios. Ellos no tenían la capacidad de recibirlo al momento, pues sus mentes seguían pensando de la gloria del reino del Mesías. Pero no, Jesús iba a glorificar a Dios a través de la muerte de la cruz primero. En el primer hombre y en su raza Dios había sido completamente deshonrado y mal representado por el hombre natural desde Adán. Pero en el Señor Jesucristo, la perfecta revelación de Dios fue llevada a su colmo; su personaje y su naturaleza revindicada y exhibida. Esto es Dios glorificado en la muerte de Jesús. Es algo que muy poco captamos, pues somos principalmente ocupados con la muerte de Jesús relacionado con nosotros mismos y la necesidad de purgar y expiar nuestros pecados. Pero si me permite terminar este estudio con una historia de como es adorar a Dios en el aspecto de la muerte de Jesús por la gloria de Dios.

Una vez estaba yo en un lugar y un hermano me preguntaba acerca de mi apellido. Me dijo “¿Tienes tu un hijo Eduardo?” Le dije que sí. Después me dijo algo que creo que, en un débil sentido, representa la mas alta forma de la adoración. Me dijo algo así; “Quiero decirte lo que pienso yo de tu hijo. Yo estaba en la asamblea de Columbus, Ohio, y nadie me conocía. Después de la reunión, tu hijo me acercaba, me dio un bienvenido, y me invitaba a su casa a almorzar. Me trataba con demasiada bondad…” Ustedes pueden pensar como yo me sentía de escuchar alguien así hablar acerca de mi hijo. ¿Qué tal nuestro Dios cuando estamos reunidos alrededor de su hijo, el Señor Jesús? ¿Hablamos nada mas de cuan bueno es ser perdonado? O, ¿le decimos cuanto apreciamos a su hijo Jesús por todo lo que es y que ha hecho? Dejo a ustedes reflexionar sobre este punto.

Felipe Fournier
17 septiembre de 2023