Juan 13 y 14: El nuevo mandamiento, la casa del Padre

Léase por favor Juan 13:34-35, 14:1-6

Pensaba antes de cerrar el estudio sobre Juan 13, debemos reflexionar sobre estos dos versos que aparecen en el capítulo, tan común en el ministerio de aquel discípulo a quien Jesús amaba. Un mandamiento nuevo os doy: Que os améis unos a otros…

¿Cómo era algo nuevo este dicho? ¿No decía la ley lo mismo? Amarás a tu prójimo como a ti mismo. Yo Jehová. Levítico 19:18 Este versículo citó el Señor Jesús al fariseo en Lucas 10. ¿Se acuerda de su respuesta? Pero él, queriendo justificarse a sí mismo, dijo a Jesús: ¿Y quién es mi prójimo? Lucas 10:29 Así la ley dejó la pregunta abierta y según los fariseos, había libertad de decidir a quien se debe amar. Pero Jesús citaba la historia del hombre caído entre ladrones; el sacerdote y levítico decidían que la ley les daba lugar para pasar al otro lado, sin mostrar interés o amor hacia el desgraciado y herido hombre. El buen Samaritano, no obligado a la ley de Moisés, vino y en amor abundante, ministraba al pobre hombre. Así el nuevo mandamiento era algo más universal relacionado con el amor entre hermanos en la familia de Dios, no prójimos judíos (aunque ahora mismo los discípulos no lo entendían.)

Pero hay algo más que iban a entender después; Os améis unos a otros; como yo os he amado, que también os améis unos a otros. ¿A qué nivel o en qué forma era necesario que se aman? Con el mismo amor que mostraba el buen samaritano, el mismo Señor Jesús que mostraba su amor hasta la muerte. Nadie tiene mayor amor que este, que uno ponga su vida por sus amigos. Vosotros sois mis amigos. Juan 15:13-14 Esta algo fuera del tema de nuestro capítulo, pero por mis hermanos casados, hay semejante amonestación. Maridos, amad a vuestras mujeres, así como Cristo amó a la iglesia, y se entregó a sí mismo por ella. Efesios 5:25 No hay como escaparse de este mandamiento con cualquier excusa como “no me obedece” o “no cumple con su deber de esposa” ni nada semejante. Cristo amó a la iglesia cuando no era amable. El hombre caído entre ladrones no tenía ni suficientes fuerzas para buscar ayuda, pero el buen Samaritano se le acercaba, viendo su necesidad y movido de misericordia. Así dijo el Señor al fariseo de Lucas 10, Ve, y haz tú lo mismo.

Y, si puedo citar otra vez a Juan, no es un amor simplemente de palabras o sentimiento invisible, sino algo visto por los inconversos. Hijitos míos, no amemos de palabra ni de lengua, sino de hecho y en verdad. 1 Juan 3:18 De nuestro capítulo; En esto conocerán todos que sois mis discípulos, si tuviereis amor los unos con los otros. Es un amor visible, manifestado en mi trato con mis hermanos o con mi esposa, en sus días felices e igual en sus días difíciles hasta entre sus flaquezas espirituales.

En el capítulo 14 hasta el 16 de Juan, vemos a Jesús hablando a sus discípulos en lo que podemos llamar “sus últimas palabras.” Tiene una belleza que no encontramos en los otros evangelios, algo que vemos también en 2 Samuel 23. Estas son las palabras postreras de David. Hay que prestar mucha atención, cuando sabemos que son las últimas palabras de uno muy querido. Y, ¡que bendita son las primeras palabras de su discurso por nosotros! No se turbe vuestro corazón… Sin duda, reconociendo poquito que Jesús les iba contando algo de gran importancia, con su alma ya afligida por sombras de la cruz, seguro que era algo de gran animo escuchar que podían estar quietos de corazón. La ciudad de Jerusalén iba a ser turbada con la prueba y crucifixión de Jesús en unas horas más, y los discípulos iban a huir de miedo de los enemigos de Jesús. Pero Jesús los dejaba con la promesa de una herencia celestial. En la casa de mi Padre muchas moradas hay… Ellos, a pesar del Señor hablándoles acerca del lugar a donde iba, donde ni los judíos ni los discípulos lo podían seguir, donde iba a glorificar a su padre por su muerte, todavía estaban enfocados en un reino terrenal. Pero el Señor los estaba dirigiendo hacia la nueva dispensación de la gracia, una época relacionada con la casa del Padre, una casa celestial.

Voy, pues, a preparar lugar por vosotros. Algunos han pensado que esto refiere a Jesús volviendo al cielo y posiblemente tiene algo que ver. Pero pienso yo que hablaba de la cruz, su muerte, y su resurrección. Un hermano escribía eso que me ha quedado en la memoria, aunque no me acuerdo de sus palabras exactas. Es algo así; “Jesús iba a la cruz con el fin de preparar ellos (y nosotros con ellos) para la gloria. Su presencia ahora en la gloria, prepara el lugar por ellos y asimismo por nosotros.”

Continuamos la semana que viene con este precioso capítulo 14.

Felipe Fournier
24 septiembre de 2023