Juan 14 continuado: La paz de Jesús por nosotros

Léase por favor Juan 14:20-31

La paz os dejo, mi paz os doy; yo no os la doy como el mundo la da. No se turbe vuestro corazón, ni tenga miedo.

Acaso todos ustedes que leen o escuchan estos estudios han oído como la violencia y muerte ha aumentado en el mundo desde la semana pasada. La nación de Israel fue atacada por sorpresa y muchos fueron matados simplemente por ser judíos. En muchas naciones, ha habido demostraciones de alegría y apoyo por los que atacaron, aparentemente sin pensar del pretexto que se ha dado de matar a mujeres y niños y otras personas sin armas. Ya las naciones de Irán y Siria han declarado su apoyo por tales cosas, y vemos como estos enemigos viejos del oeste así está provocando agitación en el mundo entero por no mencionar el conflicto entre Rusia y Ucrania, que ya va hacia dos años.

Reflexionando sobre estas cosas actuales, pongámonos por el día de hoy en los zapatos de los discípulos esta noche antes que el Señor Jesús fue entregado en manos de hombres malvados, con sus intenciones de ponerlo a muerte a un hombre, no solo inocente de cualquier crimen, sino un hombre santo y sin pecado. Aunque sus entendimientos no eran iluminados acerca de todo, es imposible que no estaban turbados a escuchar las palabras de su amado maestro diciéndoles No os dejaré huérfanos; vendré a vosotros. Todavía un poco, y el mundo no me verá más. ¿Huérfanos? ¿El mundo no lo iba a ver más? ¿Cómo no iban a ser turbados por el impacto de estas palabras, aunque no las entendieron de todo? Pero el Señor había empezado su discurso con la promesa No se turbe vuestro corazón y vendré otra vez y otra vez les dice en el verso con el cual empezamos La paz os dejo, mi paz os doy; yo no os la doy como el mundo la da. No se turbe vuestro corazón, ni tenga miedo.

El Señor Jesús en aquel momento estaba enfrentando el sufrimiento más profundo, tal que aun las escrituras nos dan solo ilustraciones. Descendí a los cimientos de los montes. Jonás 2:6 Todas tus ondas y tus olas han pasado sobre mí. Salmo 42:7 Pero a pesar de esta realidad, les dice a sus discípulos mi paz os doy. ¿Podemos nosotros tener paz de corazón mientras vemos lo que nos rodea en este mundo? El mundo hablará de paz entre los Palestinos e Israel. Habla de paz entre los rusos y ucranios. ¿Esperamos que haya paz en este mundo? Al príncipe de paz y vida el mundo dio muerte. Pero este mismo príncipe de paz y vida nos ha dicho a nosotros también, No se turbe vuestro corazón, ni tenga miedo.

Si me amarais, os habríais regocijado, porque he dicho que voy al Padre; porque el Padre mayor es que yo. ¿Gozo? Estaban turbados de corazón y ahora el Señor les decía que podían regocijar, no solo tener paz. Parece imposible, quizás, pues en aquel momento no eran capaces de captar el significado de su ida al Padre. Era a través de la muerte propiciatoria en la cruz y la resurrección de los muertos que Jesús iba al Padre, algo que solo después iban a poder disfrutar y entender. Eso es lo que nosotros, mirando hacia atrás y leyendo estos versículos, con el Espíritu Santo morando con nosotros para siempre podemos entender. En otro día, cuando las escrituras fueron leídas a los judíos del remanente que había regresado a Jerusalén, había duelo y tristeza por reflexión sobre su estado débil y sus pecados anteriores. Pero les fue dicho no os entristezcáis, porque el gozo de Jehová es vuestra fuerza. Los levitas, pues, hacían callar a todo el pueblo, diciendo: Callad, porque es día santo, y no os entristezcáis… Nehemías 8:9-10

El gozo de Jehová anticipaba el día de la gloria rendida a Dios por la muerte y resurrección del hijo del Hombre, Jesucristo, hijo de Dios.

Mi Padre mayor es que yo. Es posible tropezar sobre este versículo, pero en verdad, él hablaba en su estado como el Hombre humilde sobre la tierra, hecho hombre por el sufrimiento de la cruz, algo imposible como hijo eterno de Dios en su estado anterior. Tuvo que despojar a sí mismo como nos dice Filipenses 2:5-8. Por lo tanto, en posición o estación el Padre era mayor que él, mientras que en cuanto a ser y naturaleza él y el padre eran uno. Como dijo a Felipe en el verso 10 de nuestro capítulo ¿No crees que yo soy en el Padre, y el Padre en mí?

Las palabras del Señor parecen raras en el verso 30; No hablaré ya mucho con vosotros; porque viene el príncipe de este mundo, y él nada tiene en mí. Hay dos capítulos más donde Jesús continuaba hablando, pero comparado con su compañía de más de tres años, era poco tiempo que les restaba con su amo y Mesías. Otra prueba de su santidad vemos en lo último del príncipe de este mundo. Nada tiene en mí. Satanás no tenía nada en Cristo porque el Padre tenía todo en él; todo su amor y toda su obediencia hasta la muerte, y muerte de cruz. Nos hace recordar del siervo de Éxodo 21. Yo amo a mi señor, a mi mujer y a mis hijos, no saldré libre.

¡Bendito Señor Jesús! ¡Que hoy día salga adoración de nuestros corazones por quién eres y lo que has hecho!

Felipe Fournier
15 octubre de 2023