Léase por favor Juan 15:1-15
Ahora cantaré por mi amado el cantar de mi amado a su viña. Tenía mi amado una viña en una ladera fértil … y esperaba que diese uvas, y dio uvas silvestres … ¿Qué más se podía hacer a mi viña, que yo no haya hecho en ella? ¿Cómo, esperando yo que diese uvas, ha dado uvas silvestres?
Isaías 5:1-5
Hiciste venir una vid de Egipto; echaste las naciones, y la plantaste … Oh Dios de los ejércitos, vuelve ahora; mira desde el cielo, y considera, y visita esta viña; la planta que plantó tu diestra, y el renuevo que para ti afirmaste; quemada a fuego está, asolada … Sea tu mano sobre el varón de tu diestra, sobre el hijo de hombre que para ti afirmaste. Así no nos apartaremos de ti; vida nos darás, e invocaremos tu nombre. ¡Oh Jehová, Dios de los ejércitos, restáuranos! Haz resplandecer tu rostro, y seremos salvos.
Salmo 80:8-19
Yo soy la vid verdadera, y mi Padre es el labrador … Yo soy la vid, vosotros los pámpanos; el que permanece en mí, y yo en él, éste lleva mucho fruto; porque separados de mí nada podéis hacer.
Juan 15:1-5
Si para siervos y siervas fuéramos vendidos, me callaría; pero nuestra muerte sería para el rey un daño irreparable.
Ester 7:4
Acaso no parece muy obvio porque pongo este verso de Ester al último de estas referencias que hablan de la vid o viña que era la nación de Israel, pero trato de explicarme. Recién en el estudio del libro de Ester durante mi tiempo en la asamblea de Aberdeen, Idaho, me fijé en este versículo. Nuestra muerte será para el rey un daño irreparable.
Los israelitas son pueblo demasiado inteligente y capaz. Amán, el enemigo de los judíos, motivado por Satanás, quiso destruir la nación, y con ellos los propósitos de Dios en cuanto el Mesías que iba a salir de la tribu de Juda. Dijo Amán que no era al provecho del rey mantener vivos a tales personas. Pero Ester, en cambio, decía la verdad al rey que perder los judíos de su nación hubiera sido un daño irreparable. Los judíos que huyeron de Hitler de Alemania (otro malvado como Amán que quiso destruir estos descendientes de Abraham) y otras naciones fueron entre los más capacitados e inteligentes, y por su capacidad, se inventaron la primera bomba atómica que logró terminar la segunda guerra mundial. Hitler, por su odio de los judíos, se hizo un daño irreparable.
Pero a pesar de ser de lo mejor que podía producir la raza humana, para Dios era nada más uvas silvestres
sin provecho. Así dice el más capacitado y dotado de Israel, Saulo de Tarso, después Pablo el apóstol, delante de Agripa en Hechos 26:9 Yo ciertamente había creído mi deber hacer muchas cosas contra el nombre de Jesús de Nazaret.
No, el hombre, sea gentil o judío, no puede producir nada para Dios, pero Jesucristo en su vida y en su muerte glorificaba el Padre en perfección. Era Jesús el varón de tu diestra
del Salmo 80, y a la vez la única esperanza para la nación de Israel y los pueblos paganos de los gentiles.
Iba Saulo con esta meta de hacer muchas cosas contra el nombre de Jesús de Nazaret
cuando fue arrestado por la luz y la voz del cielo, dándole vuelta en la dirección opuesta para seguir su vida entera como testimonio y fruto para Dios, un pámpano que producía mucho fruto por Jesucristo. Así vemos en nuestro capítulo un nuevo tema, mientras los discípulos iban con Jesús, rumbo al jardín de Getsemaní. En el capítulo 14, aun en la cámara donde el Señor instituía la santa cena, los hablaba acerca de su nueva posición con nuevo compañerismo, la presencia de Espíritu Santo, el consolador morando en ellos. Ahora les habla del fruto que iban a llevar como sus discípulos con su maestro apartado presencialmente de ellos, pero obrando en ellos como los pámpanos.
Todo pámpano que en mí no lleva fruto, lo quitará.
Judas Iscariote es el ejemplo destacado de este versículo. Es la profesión de ser cristiano, sin la vida nueva que hace a uno un pámpano de verdad. Lo que sigue es lo que los discípulos iban a aprender durante sus vidas. Todo aquel que lleva fruto, lo limpiará, para que lleve más fruto.
El proceso de limpieza es lo que pasa en nuestra vida aquí en la tierra. A menudo es desagradable y a menudo pedimos al Señor que se nos quite tal proceso. Pero el Señor nos habla igual que hablaba a ellos en aquel entonces; El Padre me ha amado, así también yo os he amado; permaneced en mi amor.
Creo que eso es lo que nos dice en el libro corto de Judas. Conservaos en el amor de Dios.
Judas, verso 21. No es cuestión de hacer algo para que seamos amados; esto es algo garantizado con tales palabras de nuestro capítulo. ¡Somos amados por Jesús de la misma forma que el Padre lo ama a él! ¿Puede haber otro amor más profundo, más fuerte? ¡Imposible! Así nos conservamos o permanecemos en el amor de Dios por siempre recordar y reflexionar en la profundidad de su amor hacia nosotros, un amor probado en el gran sacrificio, Dios que dio a su hijo, y Jesús que fue obediente hasta la muerte, y muerte de cruz. El amor humano acaso llega al punto de verso 13; Nadie tiene mayor amor que este, que uno ponga su vida por sus amigos.
Según Romanos 5:6 Porque Cristo, cuando aún éramos débiles, a su tiempo murió por los impíos.
Así el amor incomparable es nuestro, y nunca se nos quita.
Felipe Fournier
22 octubre de 2023