Léase por favor Juan 16:11-15
Y cuando él venga, convencerá al mundo de pecado, de justicia y de juicio… por cuanto el príncipe de este mundo ha sido ya juzgado.
El dios de este siglo cegó el entendimiento de los incrédulos.
2 Corintios 4:4
Vimos la semana pasada como Dios es por nosotros. Hay también un enemigo fuerte quien es contra nosotros, pero vemos que su poder ha sido anulado por la cruz. Se dice que Satanás es el príncipe de este mundo en su político y el dios de este mundo en su religión. En la cruz, Satanás, príncipe de este mundo, hizo su peor. Desde el jardín de Edén, cuando la serpiente engañaba a la mujer, vemos su odio de la creación de Dios, especialmente el hombre, ser humano, el único hecho en la forma y semejanza de Dios. Este odio llegó a su cúspide de su ferocidad, influyendo a Judas entregar al Señor, e influyendo al pueblo de Israel crucificar a su Mesías. Ya juzgado, falta todavía la ejecución. Esto espera el cumplimiento de la profecía en Apocalipsis 20; Y el diablo que los engañaba fue lanzado en el lago de fuego y azufre, donde estaban la bestia y el falso profeta; y serán atormentados día y noche por los siglos de los siglos.
Apocalipsis 20:10
Algunos días después, viniendo Félix con Drusila su mujer, que era judía, llamó a Pablo, y le oyó acerca de la fe en Jesucristo. Pero al disertar Pablo acerca de la justicia, del dominio propio y del juicio venidero, Félix se espantó, y dijo: Ahora vete; pero cuando tenga oportunidad te llamaré.
¡Pobre hombre! Su mente cegada, podía temblar al oír del juicio venidero pero postergando su oportunidad de conocer la justicia de Dios manifestado por la muerte del Justo por los injustos, nunca iba a tener la oportunidad nueva.
Y de la manera que está establecido para los hombres que mueran una sola vez, y después de esto el juicio, así también Cristo fue ofrecido una sola vez para llevar los pecados de muchos; y aparecerá por segunda vez, sin relación con el pecado, para salvar a los que le esperan.
Hebreos 9:27-28 En el capítulo 14, verso 30 leemos viene el príncipe de este mundo, y él nada tiene en mí.
Cristo fue obediente hasta la muerte, y muerte de cruz. Demasiado exitoso Satanás ha sido en su influencia al ser humano, menos con uno, el Hijo del hombre, Jesucristo. Así que, leemos también en Hebreos, capítulo 2, verso 14 Así que, por cuanto los hijos participaron de carne y sangre, él también participó de lo mismo, para destruir por medio de la muerte al que tenía el imperio de la muerte, esto es, al diablo, librar a todos los que por el temor de la muerte estaban durante toda la vida sujetos a servidumbre.
Aún tengo muchas cosas que deciros, pero ahora no las podéis sobrellevar.
Faltando el Espíritu Santo morando en ellos, las cosas que iban a aprender después del día de Pentecostés tendrían que esperar para la revelación a través del mismo Espíritu. El hermano Chuy ha citado este versículo a enseñarnos que hace mucha falta la lectura de las epístolas, pues son las mismas palabras del Señor Jesús, pero dichos por los apóstoles por medio de Espíritu Santo. (Por eso algunos no les gustan que nuestras Biblias tengan las letras en rojo que son del Señor Jesús aquí en la tierra, como si estas palabras fueran más importantes. Yo solo comento que son ayudas para encontrar ciertos versos y no necesariamente indican otra cosa.)
Lo que sigue en el capítulo es de suma importancia acerca de la enseñanza que viene del Espíritu Santo. El me glorificará
puede ser la prueba más fuerte de toda enseñanza. ¿A quién glorifica? Por ejemplo, la doctrina que enseña que se necesita el bautismo para la salvación. ¿A quién glorifica? Bueno, siendo que uno no puede bautizarse a sí mismo, se necesita a un hombre; así que, la obra de Cristo no sería suficiente; el hombre tiene que añadir algo. Otro ejemplo; la doctrina de perder la salvación. También de lo mismo; Cristo me salva, pero no es suficiente. Yo me tengo que mantener salvo, y así la salvación no es de todo la obra de Dios. El hombre siempre busca en que glorificarse a sí mismo. Pero no es así; la obra del Espíritu no da gloria al hombre, sino al Señor Jesucristo.
Así que tenemos la obra del Espíritu en estas tres categorías; Él os guiará … Él os mostrará … Él me glorificará.
Leyendo estos versículos, creo que se entiende porque no oramos al Espíritu Santo, pues nos dice el libro de Judas orando en el Espíritu Santo
pero no “al Espíritu Santo.”
¡Que hoy día el Espíritu Santo nos guie a la adoración y glorificación del Señor Jesucristo mientras lo recordamos en su muerte, tal como nos pedía!
Felipe Fournier
12 noviembre de 2023