Juan 21: Pedro restaurado públicamente

Léase por favor Juan 21:15-21

Le dijo Pedro: Señor, ¿por qué no te puedo seguir ahora? Mi vida pondré por ti. Juan 13:37

Así había dicho Pedro, pero ya hemos visto que no sucedió así. En cambio, Pedro había negado su Señor con maldiciones. Acaso nosotros hubiéramos pensado que Pedro se había eliminado de sí mismo como un siervo útil por el Señor. Pero nuestros pensamientos naturales no son los pensamientos del Señor y que bueno que no es según el hombre natural.

Ahora los discípulos han disfrutado de la comida preparada por la mano del mismo Jesús, resucitado de los muertos y apareciendo a sus discípulos por la tercera vez. Ante los ojos y oídos de todos, Cristo hace la pregunta a Pedro Simón, hijo de Jonás, ¿me amas más que éstos? Algunos han sugerido que el Señor hablaba de los 153 peces, pero yo pienso que es más conforme al contexto que el Señor estaba preguntando a Pedro si le amaba más que los otros discípulos, y no del dinero representado en los peces. Pero no nos hace daño considerar en nuestros corazones esta posibilidad, que el amor del dinero pueda ser un obstáculo, distrayéndonos del amor de Cristo.

Pedro había declarado en voz alta y fuerte Aunque todos se escandalicen, yo no. Marcos 14:29 Era tanto que decir que amaba al Señor más que todos. Ya hemos visto el triste resultado de tal confianza, y ahora abiertamente Pedro dice (imagino en una voz algo quieta) Sí, Señor; tú sabes que te amo. Yo no conozco nada del griego, pero otros más dotados explican que Pedro aquí usaba otra palabra menos fuerte para “amor” que el Señor, más bien traducido “Sí Señor; tú sabes que te quiero.” Ya no era el Pedro de antes, con toda confianza en sí mismo. Había aprendido de su debilidad, y aunque declaraba su afecto por el Señor, ya no iba a jactar que era más que los demás, ni tampoco que llegaba al amor divino, la palabra que usó el Señor.

Tres veces negó Pedro al Señor, y tres veces la pregunta Simón, hijo de Jonás, ¿me amas? ¿Pero no es bonito ver, que cada vez la respuesta de Pedro fue seguida con las palabras bondadosas del Señor Apacienta mis corderos y después Apacienta mis ovejas? Pedro, el que había fallado completamente y públicamente, iba a ser un instrumento útil para la gloria de Cristo, y además para la bendición de los santos. Nosotros tenemos la tendencia de pensar lo contrario, como mencionamos antes. Quizás pensamos que después de una caída, ya no puede ser útil un hermano o hermana. Pero conviene que dejemos esto en las manos del Señor que sabe mejor que nosotros como usar sus instrumentos.

Muchos han notado que los corderos y las ovejas son mencionados. Estoy de acuerdo con lo que otros han dicho, que tenemos aquí un ejemplo para el trato especial de los niños y jóvenes. Seguro es que no hay reunión de la asamblea que es precisamente para ellos, pero eso no quiere decir que la asamblea no debe apoyar y animar a los que tienen ejercicio para obedecer las palabras del Señor en este capítulo apacienta a mis corderos. Veo muy triste la tendencia entre algunos de prohibir la escuela dominical o reunión de jóvenes porque no son reuniones precisamente de la asamblea.

La tercera vez que el Señor hizo la pregunta, nos explican que el Señor cambio su modo al de lo de Pedro. Le dijo la tercera vez: Simón, hijo de Jonás, ¿me amas? (o ¿me quieres?) Ya no había comparación con otros y Pedro, con su corazón quebrantado por la gracia del Señor, tuvo que contestar Señor, tú lo sabes todo; tú sabes que te quiero. En otras palabras, muy diferentes de sus proclamaciones anteriores, decía que lo poco del amor que tenía, el Señor tenía que ser el juez. Tú lo sabes todo.

Se nota las tres cosas que fueron entregados a la responsabilidad del hombre restaurado. Apacienta mis corderos. Pastorea mis ovejas. Apacienta mis ovejas. Pastorear acaso tiene más que ver con amonestación y exhortación. “Apacentar” o alimentar aparece dos veces, acaso enseñándonos que, si hay buen alimento por el pueblo de Dios, menos necesario será la corrección. Pedro, en el capítulo 5 de su primera epístola expresa su deseo a los ancianos de la iglesia duplicando lo que el Señor mismo le había dicho. Apacentad la grey de Dios que está entre vosotros, cuidando de ella, no por fuerza, sino voluntariamente; no por ganancia deshonesta, sino con ánimo pronto; no como teniendo señorío sobre los que están a vuestro cuidado, sino siendo ejemplos de la grey. Y cuando aparezca el Príncipe de los pastores, vosotros recibiréis la corona incorruptible de gloria. 1 Pedro 5:2-4

El Señor declaró a Pedro justo después dando a entender con qué muerte había de glorificar a Dios. Pedro se había declarado antes listo para morir por el Señor, y no era. Pero ya vendría el día cuando iba a cumplir este meta. No era algo para desear, porque el Señor dijo te llevará a donde no quieras. Así que nunca deseamos la muerte; el cristiano anhela la venida del Señor y no la muerte.

Terminamos el evangelio la semana que viene, Dios mediante.

Felipe Fournier
25 febrero de 2024


Publicado

en

,

por