Mateo 14, segunda parte: Pedro anda sobre las aguas para ir a Jesús

Léase por favor Mateo 14:25-36

Esta porción de Mateo 14 me ha sido muy especial ya por cuarenta y seis años. Aunque leemos de esta historia en los otros evangelios, solo aquí en Mateo leemos de Pedro saliendo de la barca para caminar hacia Jesús y es esta historia que me ha sido impresionante. Tenía yo un poco más de 21 años, y había pedido la mano de mi esposa en matrimonio. Pero estaba yo muy nervioso al pensar después de los desafíos y responsabilidades del matrimonio. Había comprado un anillo de compromiso, y estaba esperando por mi novia, que vendría del trabajo, afuera de la casa donde ella vivía en aquel entonces. Descansando en mi vehículo, me acuerdo haber cerrado mis ojos a descansar y reflexionar sobre el paso irrevocable que iba a tomar. Pedía al Señor que me diera paz en mi corazón por tomar este paso del matrimonio. Vino a mi mente esta porción de Mateo 14 y las palabras de Pedro, viendo al Señor caminando sobre las aguas. Entonces le respondió Pedro, y dijo: Señor, si eres tú, manda que yo vaya a ti sobre las aguas. No digo que escuché ninguna voz hablando en alto. Pero era como hubiera escuchado la misma voz del Salvador; Y él dijo: Ven. La paz descendió sobre mi persona en aquel instante y de aquel punto para adelante, ya no tenía dudas acerca de camino el Señor me había mostrado a través del matrimonio con mi esposa. Las olas han habido, y a veces bien bravas. Pero puedo decir que el Señor nunca nos ha abandonado a hundirnos en las tempestades.

Volviendo a ver esta escena en términos relacionados con la vista dispensacional y el tema del estudio anterior, vimos a los discípulos en la barca viendo a Jesús caminando sobre las aguas. Notamos como esta vista del Señor al cuarto vigila de la noche nos habla de la verdad recuperada hace dos cientos años de la venida del Señor Jesús en el arrebatamiento, una verdad bastante perdida por muchas épocas. En Pedro saliendo de la barca, quizás podemos ver como unos cristianos sinceros vieron el desorden de la cristiandad y el campamento de la profesión cristiana, con su vista terrenal y sus semejanzas al viejo vino de judaísmo. Viendo aquellos hermanos la distancia que separaba el campamento cristiano de las verdades de las escrituras, dejaron la barca del campamento y salieron, buscando congregarse solo al nombre del Señor. Vemos como Pedro, en el principio, andando por fe andaba sobre las aguas para ir a Jesús. Confiado, con sus ojos en su Señor, no titubea ni tropezaba. Las olas eran firmes como la roca, como dice el himno. Así, el Espíritu de Dios obraba fuertemente entre muchas almas y miles salieron de las iglesias y denominaciones para estar solo congregado al nombre del Señor sin conexión alguna con los sistemas de la profesión cristiana.

Sin embargo, vemos también en el ejemplo de Pedro la tendencia de autoconfianza. Pero al ver el fuerte viento, tuvo miedo; y comenzando a hundirse, dio voces, diciendo: ¡Señor, sálvame! Sacando sus ojos del Señor y viendo el fuerte viento, comenzaba a hundirse. ¿No podemos nosotros confesar que hemos fallado bastante por tratar de mantener las verdades que conocemos en el poder de la carne? No podemos continuar en las condiciones del testimonio remanente (hacer lo que los hermanos hicieron en años anteriores) sin la energía espiritual y la fe que los hermanos tenían en aquel entonces. Sin embargo, cuando Pedro comenzó a hundirse, clamó: ¡Señor, sálvame!. Esto es todo lo que podemos hacer hoy; clamar al Señor para que salve el testimonio de los santos reunidos en su nombre (Mateo 18:20). Algo alentador del clamor de Pedro al Señor es que el Señor vino inmediatamente a los discípulos y el viaje terminó. Al momento Jesús, extendiendo la mano, asió de él, y le dijo: ¡Hombre de poca fe!

¿Por qué dudaste? Y cuando ellos subieron en la barca, se calmó el viento. Esto habla de la venida del Señor; el arrebatamiento. Si vemos que las cosas se hunden, es una clara indicación de que la venida del Señor está cerca. Por lo tanto, sintamos ánimo, hermanos, y escuchemos la voz del Señor, hablando por el profeta Hageo, con el remanente de judíos regresados de Babilonia y desanimados por los obstáculos en la construcción del templo. Así ha dicho Jehová de los ejércitos: Meditad sobre vuestros caminos. Subid al monte, y traed madera, y reedificad la casa; y pondré en ella mi voluntad, y seré glorificado, ha dicho Jehová. Hageo 1:7-8 ¿Traed madera? ¿Qué tal las piedras magnificas del templo de Salomón? No, no había la misma fuerza de aquel día de la gloria de Israel, pero de todos modos, la palabra de Jehová era traed madera … y seré glorificado. A pesar de la debilidad, Jehová prometía su bendición sobre ellos y nosotros confiamos que en esta promesa también nosotros podemos confiar.

Nuestro capítulo termina con una escena milenial, algo que sucederá después de la venida del Señor Jesús en el arrebatamiento. Un remanente de Israel será restaurado al Señor. Los hombres de aquel lugar lo conocieron… Esto nos hace pensar del día milenial cuando la tierra será llena del conocimiento de Jehová, como las aguas cubren el mar. Isaías 11:9. Bajo el Nuevo Pacto, (no hay pacto con la iglesia, solo con Israel) Israel tendrá un conocimiento íntimo del Señor. Y no enseñará más ninguno a su prójimo, ni ninguno a su hermano, diciendo: Conoce a Jehová; porque todos me conocerán, desde el más pequeño de ellos hasta el más grande, dice Jehová; porque perdonaré la maldad de ellos, y no me acordaré más de su pecado. Jeremías 31:34 Todos en la tierra de Genesaret recibieron una bendición. Todos los enfermos fueron sanados, y todos los que tocaron el borde de su manto quedaron completamente sanos.

Felipe Fournier
27 julio de 2025


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