Léase por favor Mateo 15:21-39
Como notamos en el estudio anterior, el verso 21 de nuestro capítulo nos habla de la separación del Señor Jesús de su propia nación por su rechazo de su persona y su testimonio con todas sus pruebas de ser el Mesías de Israel. Saliendo Jesús de allí, se fue a la región de Tiro y de Sidón.
Esta región era poblada de muchos griegos y gentiles y entre ellos había también la aflicción de demonios, pues Satanás no limitaba su odio a los hombres solo a Israel. Así nuestra lectura de hoy comienza con el clamor de una mujer griega buscando ayuda del Señor Jesús. Ella clamaba así ¡Señor, Hijo de David, ¡ten misericordia de mí! Mi hija es gravemente atormentada por un demonio.
¿Puede el Señor Jesús poner oídos sordos así la necesidad de uno? Pues, claro que no, pero vemos como sucedió el socorro a una mujer fuera de la nación de Israel.
Cuando leemos el título del Señor Jesús Hijo de David
pensamos de su majestad como Mesías de Israel y Rey de reyes. Cuando Jesús entraba en Jerusalén una semana antes de su crucifixión, los discípulos clamaron ¡Hosanna al Hijo de David! ¡Bendito el que viene en el nombre del Señor! ¡Hosanna en las alturas!
Mateo 21:9 (La expresión Hosanna
viene del Salmo 118:25 Oh Jehová, sálvanos ahora, te ruego; te ruego, oh Jehová, que nos hagas prosperar ahora.
Tiene el doble sentido; fue al mismo tiempo una oración y una proclamación; pidiendo liberación y declarando que el Mesías/Libertador había llegado.) La mujer griega acaso pensaba que, al declarar la verdad que la nación de Israel no quiso confesar, ella misma iba a ser recipiente de la gracia disponible por el Mesías de Israel. Sin embargo, leemos Jesús no le respondió palabra.
Los discípulos, acaso pensando que por supuesto el Señor, Mesías de Israel, no iba a prestar atención a una mujer griega, se molestaban por sus gritos y pedía al Señor que la despidiera. Sin embargo, Jesús sabía que la mujer venia con fe y solo iba a probar su fe, antes de ayudarla. No había lugar por los gentiles en Jesús bajo el título de Hijo de David
y así el Señor le dijo No soy enviado sino a las ovejas perdidas de la casa de Israel.
¿Qué pues? ¿Nada por la pobre mujer que no pertenecía a aquella nación? Ella cambió su petición a una más adecuada ¡Señor, socórreme!
Ella así usaba la expresión del Salmo 118:25 sálvanos ahora, te ruego
pero sin usar el título Hijo de David.
La respuesta entonces del Señor era uno difícil de aceptar con humildad; No está bien tomar el pan de los hijos, y echarlo a los perrillos.
La expresión los perrillos
era bien conocido como lo que usaban los judíos como expresión de desprecio por los gentiles, pero esta mujer no se molestaba por conocer su condición de indigno. Su respuesta, en el versículo 27, decía en realidad: “De veras, soy solo una gentil, pero entre los hombres hay suficiente alimento para los perros, y estoy segura de que el corazón de Dios no está más estrecho que el corazón del hombre.” En esta respuesta, Jesús detectó al instante una gran fe y la reconoció, concediéndole todo lo que deseaba. Así, por segunda vez en nuestro evangelio de Mateo, descubrió una gran fe y se la señaló. En ambos casos, el centurión en el capítulo 8, verso 5-13 y esta mujer, fue un gentil quien la demostró; y en ambos casos, iba acompañada de la condenación del yo. No soy digno
, dijo el centurión; “No soy más que un perro”, en tantas palabras, dijo la mujer. Me parece que aquí tenemos un patrón; los altos pensamientos de uno mismo van con poca fe, y los bajos pensamientos de uno mismo con una gran fe. (Acaso así se explica la pequeñez de nuestra fe.)
Lo que sigue en nuestro capítulo también expresa la bendición de todo el mundo, ambos judío y gentil, bajo el Mesías de Israel en su reino milenial. Vemos que los enfermos curados eran de cuatro tipos; cojos, ciegos, mudos, y mancos, y después, los que fueron alimentados con siete panes y peces eran cuatro mil. El número cuatro en la escritura habla de algo universal, como en Mateo 24:31 los cuatro vientos
norte, sur, oeste, y este. Así la bendición en el Milenio será por todos en abundancia, pues la comida bastaba y sobraba siete canastas llenas. El número siete, en las Escrituras, (al contrario del número seis que es el número del hombre, Apocalipsis 13:18) es el número de la perfección divina, e indica que habrá perfección en la bendición bajo el reinado de Cristo en aquel día milenial. Por lo tanto, habrá salud, prosperidad y bendición espiritual a nivel mundial en el día del reinado milenial de Cristo. El profeta Zacarías dijo Y Jehová será rey sobre toda la tierra.
Zacarias 14:9.
Aunque nosotros veremos esta escena desde el lado del cielo, lo que Pablo dijo en 2 Timoteo 4:8 nos habla con profundidad. Por lo demás, me está guardada la corona de justicia, la cual me dará el Señor, juez justo, en aquel día; y no sólo a mí, sino también a todos los que aman su venida.
La venida mencionada no es el arrebatamiento, sino la manifestación de Cristo como Rey de reyes y Señor de señores. Anhelamos el día cuando nuestro Señor tendría el honor que El merece. ¡Hoy día, el domingo, tenemos el privilegio de así honrarle!
Felipe Fournier
10 agosto de 2025