Mateo 18, segunda parte: Los niños, los hermanos, el reino, y la iglesia

Léase por favor Mateo 18:6-20

Por tanto, si tu mano o tu pie te es ocasión de caer, córtalo y échalo de ti; mejor te es entrar en la vida cojo o manco, que teniendo dos manos o dos pies ser echado en el fuego eterno.

Yo soy la puerta… Juan 10:7

Jesús… dijo: Tomad, comed; esto es mi cuerpo. Mateo 26:26

¿Qué tienen en común estos tres versículos? Doctrinalmente, quizás nada. Sin embargo, en cada caso vemos a lo que se llama “expresiones metafóricas.” La Biblia a menudo habla en lenguaje metafórico y no conviene tratar de hacerlo literal. Los católicos y otras sectas de la profesión cristiana han tomado las palabras del Señor Jesús en Mateo 26 como algo literal, aunque no dirían que Jesús era de verdad una puerta de madera u otra materia. Nosotros a menudo usamos tales expresiones también, pues se entiende mejor en la conversación y así entendemos que Jesús no quiso decir, literalmente, que uno se cortara su mano o su pie. El tema en estos primeros versículos de nuestro capítulo es el niño y la importancia que Jesús daba a los discípulos acerca de ellos. Para nada debemos hacer algo que pueda tropezar, o desviar a los niños del camino de seguir a Jesús, y si hay algo de esta clase de cosa en nuestras vidas, más vale quitárnoslo.

Pero hay algo de mucho ánimo por los padres que han perdido niños a tierna edad. Mirad que no menospreciéis a uno de estos pequeños; porque os digo que sus ángeles en los cielos ven siempre el rostro de mi Padre que está en los cielos. Porque el Hijo del Hombre ha venido para salvar lo que se había perdido. Primero, hay que tomar en cuenta las diferentes maneras en que las escrituras hablan de “ángeles.” Sabemos de Hebreos 1:14 que son los siervos de Dios y espíritus ministradores, enviados para servicio a favor de los que serán herederos de la salvación. También vemos en Apocalipsis 1-3 que son personas responsables por la administración en la asamblea. Pero aquí me parece que “los ángeles” de los niños habla de sus espíritus en el cielo, sin sus cuerpos, pero aun así viendo el rostro del Padre. Vemos algo semejante en Hechos 12:15 cuando los que estaban en la casa orando por Pedro, no creían que Pedro mismo estaba a la puerta y dijeron es su ángel. Además, vemos en Lucas 19 una pequeña variación de nuestro versículo once. Hablando de Zaqueo, ya grande, dijo Jesús Porque el Hijo del Hombre vino a buscar y a salvar lo que se había perdido. Jesús buscaba a Zaqueo, pues ya grande había desviado como todo ser humano. Pero de los niños, simplemente nos dice que Jesús vino a salvarlos porque en el sentido de su responsabilidad, no habían apartado. En la cruz, Jesús pagó el precio por los pecados de estos niños. ¡Qué gran consuelo por muchos padres cristianos acerca de la perdida de sus pequeños!

Jesús en el capítulo 16 había introducido a través de la confesión de Pedro Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente lo futuro de una cosa nueva llamado “la iglesia.” Era algo desconocida todavía pero por haber sido rechazado por la nación de Israel, el reino fue postergado y en el período intermedio, iba a venir algo totalmente nuevo. Así el Señor Jesús daba instrucciones a los discípulos acerca de esta iglesia y su función, algo obviamente más desarrollado por el ministerio del apóstol Pablo. En el verso 15 de nuestro capítulo, vemos un modelo de reconciliación por los que, en aquel día futuro, iban a tener que continuar sin un sistema sacerdotal o juzgado para solucionar los desacuerdos. Nosotros, a nuestra vergüenza, a pesar de conocer estos versículos, a menudo no lo obedecemos. Aquí es cuestión de ofensas personales y como nuestro hermano Roberto Thonney nos ha enseñado, en cualquier caso de ofensa personal, tenemos primero la responsabilidad de ir al individuo que nos ha ofendido, o que nosotros hemos ofendido. Si tu hermano peca contra ti, ve y repréndele estando tú y él solos… En Mateo 5, el capítulo de las bienaventuranzas leemos …si traes tu ofrenda al altar, y allí te acuerdas de que tu hermano tiene algo contra ti, deja allí tu ofrenda delante del altar, y anda, reconcíliate primero con tu hermano, y entonces ven y presenta tu ofrenda. Mateo 5:23-24 Desgraciadamente, somos mucho más prontos para hablar de la ofensa personal a muchos otros, en vez de hablar con tal individuo “solo.” O quizás, vamos de una vez a la asamblea, que según nuestro capítulo, es el último paso si lo demás no ha resultado en éxito. A resultado triste de esta tendencia, cuantas veces hemos visto lo que Hebreos 12 nos dice. …Brotando alguna raíz de amargura, os estorbe, y por ella muchos sean contaminados. El círculo de los que conocen la ofensa debe ser lo más pequeño posible por evitar la contaminación de más personas. Que escuchemos, mis hermanos, las enseñanzas de nuestro Señor Jesús en este capítulo, y no simplemente aferrarnos al verso 20.

Por terminar esta semana, hacemos un bosquejo de este capítulo. Mientras el Señor explicaba los principios de la iglesia que iba a venir, para poder “estar congregados en su nombre” iba a ser también necesario estas cosas; la humildad como un niño, buen trato de los niños (que puede incluir también a los nuevos en la fe), la solución de ofensas personales, unidad en la oración, y un espíritu de perdón. Conociendo nuestro fracaso en estas cosas, no es de mucha sorpresa que ha habido mucha ruina dentro de la profesión cristiana. Qué bueno que la unidad universal de la iglesia como el cuerpo de Cristo no ha sido entregado en el cuidado de los hombres. Un cuerpo, y un Espíritu, como fuisteis también llamados… Efesios 4:4

Felipe Fournier
21 septiembre de 2025