Marcos 10, continuado: El peligro de las riquezas, la ganancia de seguir a Cristo

Léase por favor Marcos 10:23-52

Aunque es un poco largo, la enseñanza de 1 Timoteo 6:6-10 toca tanto el tema del Señor Jesús después del encuentro con el joven rico que me parece prudente citarlo completo aquí. Pero gran ganancia es la piedad acompañada de contentamiento; porque nada hemos traído a este mundo, y sin duda nada podremos sacar. Así que, teniendo sustento y abrigo, estemos contentos con esto. Porque los que quieren enriquecerse caen en tentación y lazo, y en muchas codicias necias y dañosas, que hunden a los hombres en destrucción y perdición; porque raíz de todos los males es el amor al dinero, el cual codiciando algunos, se extraviaron de la fe, y fueron traspasados de muchos dolores.

Los discípulos siempre habían entendido que las riquezas eran un símbolo del agrado de Dios con el individuo. Pensamos de Booz, hombre rico y prospero en Israel en un tiempo de escasez y hambre. Era prospero porque temía a Jehová, y supongo que llovía en sus campos mientras no llovía sobre los que adoraban a ídolos. Por eso cuando Jesús dijo ¡Cuán difícilmente entrarán en el reino de Dios los que tienen riquezas! los discípulos quedaron asombrados. Jesús, respondiendo, volvió a decirles: Hijos, ¡cuán difícil les es entrar en el reino de Dios, a los que confían en las riquezas! Confianza en cualquier cosa como substituto por fe en Jesús resulta en desastre espiritual.

Pedro entonces evalúa su situación personal; había dejado su barco y sus muchos pescados desde su encuentro en el principio, cuando Jesús lo llamó junto con sus socios Juan y Jacobo. (Lucas 5:1-10) Pensando sobre esto, se compara con el joven rico, y dice nosotros lo hemos dejado todo, y te hemos seguido. Era cierto, y no podemos elogiar a Pedro por así comparase con otros, pero el Señor le dice que seguirle a él valía la pena y tendría su recompensa presente y eternal. Pero añada la promesa con persecuciones. Sigue con la realidad que, dentro de poco, el mismo iba a sufrir persecución hasta una muerte infamante de las manos de los lideres judíos y de los gentiles. Pero esta declaración termina con la promesa de la resurrección de los muertos el tercer día.

Como sucede a menudo con nosotros, los discípulos estaban distraídos y confundidos sobre estos dichos y dos de ellos piden un lugar de grandeza en el reino, acaso pensando como Pedro de lo que habían dejado por seguir al Señor Jesús. Sus pensamientos no enfocaban en lo que el Señor acaba de decir sobre buscar el primer lugar, y sus consecuencias. De veras no entendían el costo de ser bautizado en sufrimientos, aunque igual como Pedro decían que estaban listos por sufrir cualquier cosa. Dentro de poco, igual con los demás, lo iban a dejar y huir. A los otros discípulos les molestia que estos dos buscarían el primer lugar en el reino, a lo mejor porque ellos querían lo mismo. Maravillamos de la paciencia del Señor Jesús con ellos acerca de este egoísmo, pero a la vez, acaso tenemos que confesar que somos hechos de la misma tela y a menudo somos también egoístas en semejante forma. Pone a sí mismo como el perfecto ejemplo; Porque el Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir, y para dar su vida en rescate por muchos. Como nos dice en Romanos 15:3: Porque ni aun Cristo se agradó a sí mismo…

El capítulo termina con el ciego Bartimeo. Como ejemplo de la nación de Israel en aquel tiempo, el ciego Bartimeo estaba mendigando. Pero, al contrario de la nación, reconocía la tristeza de su condición y aprovechaba que el Mesías solo estaba con ellos por un breve tiempo. ¡Jesús, Hijo de David, ten misericordia de mí! No aceptó que los demás le impedía con insistencia. Él clamaba mucho más: ¡Hijo de David, ten misericordia de mí! ¿Tal vez el Señor Jesús iba a dejar tal fe sin su galardón? ¡Imposible! Diferente al joven rico que no tenia la fe para reconocer quien era Jesús, sentía su necesidad, creía en Jesús como Hijo de David y así Mesías de Israel, y buscaba el remedio con ganas. Jesús le contestó según su fe y vemos en Bartimeo el futuro también de Israel. Van a tener sus ojos abiertos para ver a Jesús como su Mesías, mientras también reconocen que no tienen esperanza fuera de él. Y se dirá en aquel día: He aquí, éste es nuestro Dios, le hemos esperado, y nos salvará; éste es Jehová a quien hemos esperado, nos gozaremos y nos alegraremos en su salvación. Isaías 25:9

Felipe Fournier
25 agosto de 2024